El DSI (Deseo sexual inhibido o deseo hipoactivo) puede afectar tanto a mujeres como a –cada vez más- hombres. La libido varía no solamente de una persona a otra sino que en una misma persona cambia a lo largo del tiempo en función de la edad, del estado psicológico y físico, de la etapa de vida en que se encuentra, del nivel de atracción por su pareja, de la etapa de la relación y de la presencia o ausencia de disfunciones sexuales.
Se caracteriza por que la persona carece de apetito sexual, no se siente atraída por el sexo ni por la posibilidad de poder llevar a cabo conductas sexuales. La persona no busca interacciones sexuales pese a que puedan ser accesibles y a que su capacidad de respuesta sexual no esté afectada. Esta falta de deseo no sólo se refiere al coito, puede incluir la masturbación, las fantasías y pensamientos de naturaleza sexual; incluso puede haber una pérdida de capacidad de percibir aspectos atractivos en aquellos posibles compañeros sexuales.
Es importante matizar que una falta de deseo sexual por si mismo no es disfuncional a no ser que la persona no acepte este sentimiento. Es decir, sólo se considera un problema cuando no es una opción voluntaria y provoca malestar personal o en la relación de pareja.
En general el tratamiento va encaminado a mejorar la salud en general y reducir la ansiedad, los síntomas depresivos o las disfunciones sexuales específicas que pueden estar provocando el problema, así como a un aumento de la identificación y toma de conciencia de las sensaciones y respuestas sexuales, facilitando las respuestas eróticas y mejorando la relación de pareja.